El domingo 3 de mayo de 1998, comentando en esta página la monografía de Jordi Finestres sobre Josep Maria Planes -Josep Maria Planes (1907-1936). Memòria d’un periodista assassinat (Colegio de Periodistas de Cataluña)-, remataba mi escrito con estas frases: ‘¿Por qué una plaza Jean Genet, el autor del Journal du voleur, cuando todavía no la tiene Josep Maria Planes, el autor de Nits de Barcelona? Espinàs, mi querido Josep Maria, ¿por qué La Campana no descubre al lector de hoy lo que eran las noches de Barcelona, aquellas noches de la gran encisera de 1929 (el año de la Exposición Universal), magistralmente descritas por Josep Maria Planes?’. Pues bien, finalmente me han hecho caso: la próxima semana llega a las librerías Nits de Barcelona, las espléndidas crónicas de Planes publicadas en La Noche y Mirador y luego recogidas en un libro -Nits de Barcelona- editado por la librería Catalonia en 1931, un libro jamás reeditado, con ilustraciones de Oleguer Junyent, prólogo de Josep Maria de Sagarra y colofón de Carles Soldevila.
El libro lo saca Proa (la cual acaba de publicar Mirador, la Catalunya impossible, un excelente trabajo de Josep Maria Huertas y Carles Geli sobre el mítico semanario catalán), al tiempo que anuncia la próxima aparición de tres volúmenes más que recogen la labor periodística de Planes: Els gangsters de Barcelona, periodismo de investigación y denuncia; Planes d’esport, dedicado a su faceta de periodista deportivo, y por último una Miscel.lània de su obra. Es decir, en un par de años Proa va a presentar la obra periodística completa de Josep Maria Planes, lo cual es una estupenda noticia para aquellos que se interesan por la memoria histórica de este país, por su periodismo y por la cultura catalana en general.
A Josep Maria Planes i Martí (Manresa 1907-Barcelona 1936), según nos cuenta Jordi Finestres (manresano y joven periodista), se le describe en algún manual como un periodista ‘mundano’, lo cual no es ningún disparate siempre y cuando se añada que fue uno de los pioneros del periodismo de investigación en Cataluña (Els gangsters de Barcelona) y, como bien dice el joven Finestres, ‘un autèntic impulsor d’un llenguatge socioesportiu per a premsa que feu escola’. Pero además Planes, el joven Planes, cuando tenía más o menos la edad del joven Finestres, se sacó de la manga la versión catalana del Vu francés -Imatges, en 1930-, aquel semanario con preciosas fotografías que lanzó en París, en 1924, Lucien Vogel, al tiempo que se inventaba, con un grupo de amigos, el celebérrimo El Be Negre, semanario humorístico del que será director.
Y todo eso el joven Planes lo hace en tan sólo 10 años, desde que en 1926 o 1927, con 20 años por cumplir o recién cumplidos, llega de su Manresa natal a Barcelona, hasta la madrugada del 24 de agosto de 1936, cuando fue encontrado su cuerpo en un recodo de la Arrabassada con siete disparos de pistola en el parietal izquierdo. Era la crónica de una muerte anunciada. La respuesta de los faieros a aquel joven periodista que les había acusado del asesinato de los hermanos Badia. ‘Sóc un perodista que, potser, cometo la imprudència de dir en veu alta el que el noranta per cent dels catalans diuen en veu baixa’, escribió Planes. Había firmado su sentencia de muerte.
Ahora, aquel joven Planes, seis años antes de su centenario, regresa por fin a la Barcelona de sus éxitos. Todavía no tiene una plaza, como Genet o Mandiargues (pero acabará teniéndola, al igual que, me dice Finestres, van a dedicarle una calle en Manresa); todavía es desconocido en las facultades de periodismo, pero hace unos días Josep Maria Soria le dedicaba ya dos páginas en La Vanguardia, y esas Nits de Barcelona, nada más llegar a las librerías, se van a vender como buñuelos de Cuaresma.
El Excelsior, el Café Catalán, El Grill del Ritz, La Criolla, Villa Rosa, la Granja Royal, el Edèn Concert, el Bar Americà del Colón, La Bodega Andaluza, el Pompeya, El Patio del Farolillo, el Étoile Palace, Casa del Llibre… por ahí transcurren las tardes, las noches y los amaneceres barceloneses del joven Josep Maria Planes, ‘el Planes de brillantina al cabell estil Carlos Gardel’, escribe Finestres, ‘de camisa blanca, de seda, de can Furest, de corbata negra de can Comes i d’americana de can Klein, de cigarreta de tabac ros americà als llavis i copa de whisky escocès a la mà’. Un Planes que escribe un periodismo alejado ya del tremendismo de un Carco, más falso que un duro sevillano, para ir adentrándose en un tempo mas morandiano, marcado por el ritmo picante de un shimmi y las piernas perfectas de las chicas de Jackson. Un periodismo por el que asoma el hocico de Josep Maria Junoy, el cual, a las cuatro de la madrugada, en el Palace, ‘a l’entorn d’una taula perfumada de mandra i de poques ganes d’anar al llit, discutirà amb els amics la virginitat de la Mare de Déu’. O la boina de Josep Pla, que después de ‘donar un tomb pels volts de les Drassanes per tal de pair la conversa que ha tingut amb el frare Miquel allà dalt, al darrer pis de can Cambó, se acerca al Café Catalán, ‘a fer-la petar una mica amb el mestre Demon’. O bien la figura solanesca del limpiabotas del Excelsior, un ciudadano que en sus años mozos había sido fraile. ‘Es deia Fray María de la Concepción’, escribe Planes. ‘La religió no li va provar, i ara el tenim netejant sabates a l’Excelsior. De tant en tant, si li doneu confiança, entre un cop de drap i un cop de raspall, us hi posa quatre idees teològiques. -Però, ¿com és que heu fet un canvi tan radical d’ofici?- li vàrem preguntar un dia. -Quizá la costumbre de estar arrodillado – ens va contestar’.
Les deseo un buen fin de semana con Planes, con Nits de Barcelona, con Josep Maria Junoy, con Pla, con el limpiabotas del Excelsior, con las amantes de los diputados lerrouxistas, con don Miguel Primo de Rivera , con el millonario Citroen, con la Júlia Borrull, la gitana valenciana, alma del Villa Rosa, y con la Milagros, aquella mujerzuela de La Criolla con una gran cicatriz en la espalda. Un navajazo. ‘Qui te la va donar?’, le pregunta Planes. ‘Ai ves: ell! I deia que m’estimava, l’animal’, le responde la mujer. ‘I la Milagros va cloure la narració amb una gran riallada’.