Siete disparos de pistola en el parietal izquierdo acabaron con la vida de un joven periodista la madrugada del 25 de agosto de 1936. Josep M. Planes, nacido en Manresa, 28 años, había destacado por su periodismo moderno y de investigación en “La Publicitat” y “Mirador” y era el director del corrosivo “El Be Negre”.
Que la Guerra Civil supuso un corte traumático para el periodismo catalán es algo sabido. Pero el asesinato de Planes muestra que el franquismo no fue el único responsable de ese trauma, porque significaba la muerte de una manera de hacer periodismo, moderna e independiente, que nos acercaba a los modos europeos. “Mirador” fue el portaestandarte de aquella experiencia. Vergés y Agustí se inspirarían en “Mirador” para hacer “Destino”, aunque el franquismo agostó cualquier asomo de periodismo en libertad.
Las informaciones de Josep M. Planes sobre los gángsters de Barcelona, los anarquistas de la FAI, los falangistas y los matones de Estat Català le habían granjeado no pocos enemigos y problemas. Pero sería una patrulla de “incontrolados”, de “marrecs faieros” (según Tísner), quienes lo “pasearían” aquella trágica madrugada por la carretera de la Arrabassada y le descerrajarían siete tiros en la sien. Se cumplía así la amenaza que desde las páginas de “Solidaridad Obrera”, el periódico de la CNT y la FAI, se le había hecho: “Obligarle a enmudecer” por sus denuncias de la violencia anarquista, especialmente a causa del asesinato de los hermanos Badia, el 28 de abril de 1936. Miquel Badia era el jefe de los servicios de policía de la Generalitat y líder de Estat Català.
A pesar de su brillante trayectoria periodística y de aquella trágica muerte, Josep M. Planes, sería olvidado por la historia. Quizás porque no estuvo en el bando de los vencedores ni en el de los vencidos. Quizás porque quería una Cataluña y una España modernas, libres, y no se sentía vinculado a ninguno de los dos extremos que, en aquel momento crucial ocupaban buena parte del segmento político. “Així com un cop d’estat marxista ens portaria fatalment a una situació de força de tipus reaccionari, un cop d’estat feixista ens portaria a una situació de força de tipus exactament contrari”, escribía Planes cuarenta días antes del 18 de julio.
Edicions Proa está preparando las obras completas de Josep M. Planes en cuatro volúmenes para dar a conocer la obra de uno de los periodistas señeros de los años treinta. Un acto de reparación memorística, gracias, sobre todo, al trabajo de otro periodista de Manresa, Jordi Finestres, que le dedicó su tesis doctoral, “Josep M. Planes (1907-1936). Memòria d’un periodista assassinat”, publicada por el Col·legi de Periodistes de Catalunya, con la colaboración de la Diputación, el Ayuntamiento de Manresa y la Fundació Caixa Manresa.
Mediado marzo, aparecerá el primer volumen con la edición facsímil de las “Nits de Barcelona”, libro que editó en 1931 sobre una colección de reportajes en “La Noche” y “Mirador”. En octubre, se publicará el segundo volumen, dedicado a “Els gàngsters de Barcelona”, periodismo de investigación y denuncia. El tercer volumen, “Planes d’esport”, previsto para la primavera del 2002, está dedicado a su faceta deportiva y, finalmente, el 2003 verá la luz el cuarto volumen, con una “Miscel.lània” de su obra.
Izquierdista moderado y catalanista, votante de Acció Catalana, Josep M. Planes era, sobre todo, un espíritu independiente y libre. “Un servent heroic de la intel.ligència” según Rafael Tasis; “un home que odiava el crim i la injustícia” (Manuel Cruells); “l’ampli ventall de la seva obra és propi d’un gran periodista; perquè un periodista, dit substantivament, és una persona que agafa una gamma molt ampla de temes i situacions segons el dictat de l’ambient o de l’actualitat” (Carles Sentís).
Pero quien le define mejor es su amigo Tísner, desaparecido recientemente y con el que compartió informaciones y amenazas. “Era molt agut i enginyós amb les comparacions i amb la captació d’imatges. També crec que era excessivament frívol, raó per la qual no havia entrat en un periodisme més difícil: el de les idees i del pensament. Però aquesta frivolitat d’”El Be Negre”, que es rifava de mig Barcelona, la va superar amb els articles de “La Publicitat”, tot seguint una línia molt equànime, seriosa i digna.”
Sobre su visión del periodismo, Planes escribió en “Mirador” lo siguiente: “Si en el món hi ha alguna persona capaç d’heure-se-les tranquil.lament amb un bisbe, un torero, un professor de grec, un ballarí negre, un escriptor famós, una reina de la bellesa, un ministre, un saltimbanqui o un general, sense entendre res de bisbes, ni amb toros, ni amb grec, ni amb coreografia, ni amb literatura, ni amb política, ni amb estratègia, aquesta persona, ja en podeu estar segurs, és un reporter. El reportatge és això: parlar de tot sense entendre de res. Cal tenir, això sí, un estil una mica clar, una mica net, posseir una certa audàcia i al mateix temps no oblidar mai allà on comença la frontera del ridícul”.
Cuando la “Soli” lo amenazó, Planes decidió esconderse. Recurrió a su amigo, el pintor Francesc Fontanals, que colaboraba en “El Be Negre” y que tenía el estudio en la calle Madrazo. Lilian, una francesa con la que convivía Planes, cometió la indiscreción de revelar a una amiga dónde se hallaba escondido el periodista y, aquella tarde, se presentaba una patrulla de la FAI en el citado domicilio. Pero el periodista pudo huir antes de que le prendieran y acudió a su amigo Josep M. de Sagarra, quien le consiguió el piso vacío de un amigo en la calle Muntaner, esquina plaza Adriano.
El mes de agosto del 36 fue extremadamente caluroso y Planes cometió la ingenuidad de salir a fumar un cigarrillo al balcón, la tarde del 24 de agosto de 1936. Estando ahí, fue avistado por alguien que, al ver su tez blanquecina, lo confundió con un cura y dio el chivatazo. Cuando se presentó la patrulla, Planes les franqueó la puerta y encontraron su pasaporte en la mesa del comedor. Fue llevado preso, paseado por la Arrabassada y abatido.
Al día siguiente encontraron el cadáver en una cuneta y sus restos fueron trasladados al hospital Clínic. Los compañeros de redacción de Planes pidieron a Tísner que fuera a la “morgue” para identificarle. Éste, que también estaba amenazado por la FAI, se disfrazó de miliciano y acudió al Clínic. Su relato es terrorífico: “Hi havia centenars de morts. Em vaig quedar totalment garratibat en veure aquella truculència”;(…) “un dels ajaguts duia un vestit de color blau marí amb unes ratlles primes i blanques, i jo havia vist moltes vegades en Josep Maria portant un vestit com aquell. Vaig pensar ‘cony, deu ser aquest!’”. A més duia una camisa de seda, de color blau. Vaig ajupir-me, m’el vaig mirar, i era ell inconfusiblement. Li havien rebentat el parietal esquerre a trets, li havien buidat el cervell. Al rostre li havia quedat un inconegut rictus de terror”.
Al día siguiente, “La Publicitat” informaba del asesinato: “Esdevingut en circumstàncies que no ens ha estat possible precisar perquè el finat feia temps que havia deixat de tenir contacte amb la Redacció”. Un texto tan frío como ambiguo y es que el reinado de la insensatez y el terror había ganado la batalla.