Dos ilustres manresanos

La Festa de la Llum es una tradición de Manresa por la que la ciudad rememora el arrepentimiento del obispo de Vic ante un misterioso haz de luz que, descendiendo de Montserrat, iluminó las iglesias de la capital del Bages haciendo repicar las campanas por si solas y provocando que Galceran Sacosta levantara la excomunión a que había castigado a los manresanos por haber construido una acequia desde el Llobregat para abastecer la ciudad en caso de sequía. Cada 21 de febrero la ciudad hace fiesta para rememorar este hecho, entre revolucionario y pagano, y, desde hace dos años, se concede el premio de novela Joaquim Amat-Piniella basada en hechos históricos contemporáneos.

El ayuntamiento de Manresa es un edificio de mediados del siglo XVIII proyectado por Joan Garrido y inaugurado en 1777. Tiene una escultura del rey Pere III en el patio interior y una bella fachada de dos pisos soportados por un pórtico de arcos. El acto de proclamación del ganador del premio de novela tenía lugar en el noble salón de plenos, antítesis de lo que se entiende por una estancia agradable.

Oscuro, envejecido y con un aire rancio más propio de otros tiempos, el alcalde Jordi Valls aprovechó el inicio del acto para tranquilizar a ciudadanos y forasteros y anunciar que aquella era la última sesión que se celebraba en aquel recinto antes de acometer una reforma en profundidad del lóbrego lugar.

Recorriendo a fondo la estancia con la mirada es fácil darse cuenta de qué, lo que le da un aire tétrico al sitio son algunos de los personajes de la colección de cuadros de manresanos ilustres: monjas, notarios, jueces, procuradores y gentes de muy rancio abolengo quienes probablemente pensaron hasta sus últimos días, que quizás el obispo Galceran Sacosta había hecho bien excomulgando aquella plebe incrédula y revoltosa de cuya influencia y vecindad ellos, ilustres manresanos, habían conseguido zafarse y así entrar en el Olimpo de los elegidos.

Entre los muy egregios ciudadanos de Manresa colgados en el salón de sesiones del consistorio no están ni Joaquim Amat-Piniella ni Josep Maria Planes, dos de los más ilustres ciudadanos que ha dado Manresa a las letras, aunque los manresanos sostengan que su ciudad no tiene tradición literaria. Joaquim Amat-Piniella fue escritor, periodista, intelectual y dirigente republicano en su ciudad, de la que tuvo que exiliarse en 1.939. Las circunstancias de su duro tiempo lo levaron al campo de Mauthausen, donde pasó casi cinco años, de donde milagrosamente salió vivo y cuya experiencia volcó en las estremecedoras páginas de la novela K. L. Reich (Edicions 62), una de las mejores obras literarias del llamado género del holocausto que su autor escribió en su exilio andorrano en 1946 pero que la censura franquista no dejó publicar, y aún amputada, hasta 1963.

Josep Maria Planes, fue el primer mártir del periodismo catalán.Precursor del periodismo de investigación, articulista multifacético, hombre valiente y de fuertes convicciones catalanistas y democráticas, en 1934 Planes publicó en La Publicitat una serie de artículos sobre las tramas de la delincuencia disfrazada de ideología de los grupos pistoleros anarquistas que le costaron la vida en 1936 a manos de una de estas bandas. Ahora esos artículos han sido rescatados en un excelente volumen titulado Els gàngsters de Barcelona (Proa), con un magnífico y muy pedagógico prólogo de Jordi Finestres.

Tres meses antes de ser asesinado Planes pronunció una conferencia en su ciudad donde definió a los periodistas como «una mena de gent que ens dediquem a l’observació del que passa al món extern i després ho expliquem amb més o menys fidelitat». Precisamente por ser fieles a su conciencia, a la calidad de su experiencia y a la libertad de expresión, Josep Maria Planes fue muerto a tiros en un piso de la calle Muntaner y Joaquim Amat-Piniella tuvo que vivir el resto de sus días lejos de su querida Manresa natal teniendo una vida anónima, pero sin sobresaltos, en Barcelona.Montserrat Roig le dedicó su Els catalans als camps nazis, auténtico monumento literario a favor de la dignidad humana. La memoria de Planes sigue hoy viva para los periodistas que, entre tantos intereses e información teledirigida, siguen pensando en que su oficio consiste en explicar aquello que ven y según ellos lo entienden. Pero ambos siguen esperando que remodelen la sala de plenos para poder ser considerados, como se merecen, como manresanos ilustres.

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