La carta del 27.11.37 de FRANCESC PICH i ALSINA, des de Pamplona

 

Dades biogràfiques

Francesc Pich i Alsina (Manresa1912-Barcelona 2009) va néixer el dia 21 de novembre de 1912 a Manresa, on va viure pràcticament tota la seva vida, i va morir el dia 6 de desembre de 2009, als 97 anys, a Barcelona.Segons la seva filla Margarida Pich, “Ell, com molts altres, varen haver d’anar a combatre en el front que els va agafar; era un home de pau, ja que era el tercer fill, el petit després de 2 noies, i va tenir una educació molt personalitzada. No anava a escola, tenia un professor per a ell que cuidava dels seus estudis, el Sr. Albagés, i practicava tennis moltes hores al dia com molts dels seus amics. Tenia molta afició pel dibuix”.

Era ebenista i tenia una petita fàbrica de mobles i va seguir la tradició familiar i va continuar el negoci.

Era una persona molt religiosa. Va pertànyer a la Basílica de la Seu, on col·laborava amb moltes activitats.

Segons la seva filla, “Quan va arribar de la guerra, tenia clar que si la meva mare encara era soltera li demanaria per casar-se i si no, se n’aniria de monjo a Montserrat; i s’hi va casar perquè ella l’esperava”.

Era jugador de billar del Casino de Manresa de tota la vida, juntament amb molts amics de la ciutat que es trobaven els dissabtes al vespre per jugar-hi.

 

Carta de Francesc Pich i Alsina a Albert Torra i Ferrer on explica la seva evasió de la zona republicana (27/11/1937)

 

Pamplona, 27 de noviembre de 1937

Alberto Torra, Gijón

Apreciado amigo: Tuve una gran satisfacción al recibir carta tuya, y esto fue en el preciso momento que terminaba una para ti, dejándola por ésta. Es verdad que sabía tu dirección y de muchos, teniendo la obligación irrevocable de escribir a todos, especialmente a ti; en esto pido que me perdonéis y me perdones ya que en todo no tengo la culpa, me encontraba mal a causa de haberme declarado en el cuartel soldado útil para todos los servicios. En esto comprenderás que un individuo, teniendo los pies planos, le hagan hacer dos horas de instrucción diarias, además las guardias, marchas, imaginarias, cuál ha de ser su estado, no teniendo humor para nada, encontrándome rendido, lo único que deseaba era estarme a descansar en la cama.

Hace una semana, no pudiendo aguantar más el servicio, me presenté al reconocimiento; el médico me atendió muy bien, rebajándome de todos los servicios y haciéndome la propuesta de presunto inútil, aguardando ahora que me llamen en el Hospital Militar para su resolución. Encontrándome ya restablecido, es cuando me he dado cuenta de no haber cumplido con mi obligación; repito pido mil perdones, creyendo ser perdonado, y de todos modos quiero cumplir tu pena impuesta como castigo.

No tengo por qué perdonarte (por lo tanto ponerte castigo) de que te marcharas sin despedirte, esa era tu obligación, al menos así lo creo, única manera que nadie se enteró, creyendo los rojillos que ingresaste a sus filas, pero yo no. Lo mismo hice yo, me presenté por la mañana, cobrando las diez pesetas, que las guardan en casa, y marchando por la tarde para Solsona, no sé lo que pensarán de mí.

Es una gran alegría pensar que todos los amigos, cada uno por su lado, sin ninguna coacción, todo al contrario, voluntad nuestra, hayamos pasado a la gran España Blanca, haciéndonos dignos de nuestro caudillo Franco salvador de la patria España corrompida por la malvada chusma marchista.

Mi paso a esta fue muy duro. Salí el día 15 de septiembre a las 7 de la tarde en el auto Galtanegra, buena hora para que nadie se enterara, encerrándome para dos días en una casa de payés media hora antes de Solsona, pasándome todo el día en el bosque, comiendo mucho para recuperar mis fuerzas perdidas. Durante mi estancia a esta, vino el padre de Venancio pidiendo por mí con una tarjeta de Peñarroya. De primer momento creía que era engaño, yo no lo conocía, pero como se parecen mucho me hice cargo que era cierto; dijo que su hijo quería venir conmigo y al mismo tiempo un tal Armengol que era maestro (éste estuvo tres meses en la cárcel modelo) le contesté no tenía inconveniente, alegrándome mucho que un amigo como él pensara así, quedando para subir al día siguiente por la noche; enseguida mi cara cambió, estaba solo y pensando que para hacer este paso tan desconocido tendría un amigo, me encontré fuerte, ligero, animado, con muchas ganas de hablar. Al día siguiente por la tarde subió la hermana de Roca, que en la casa ya la conocían por haberle acompañado a él, con Antonio y mi hermana, con dos chicos más, resultando ser Guardias Civiles, que estando de guardia se escaparon, ya fuimos tres; a las nueve de la noche subió mi hermana María para acompañar a los otros, pero lo bueno fue que nuestro amigo Don Venancio (mal amigo) a última hora, ya lo conocíamos, empezó a tener miedo, diciendo que no podría, que le cogerían, los mismos argumentos de siempre, quedándose en casa, no sabiendo nada más de él, subiendo solamente este Armengol, según dijo había estado con los maristas de profesor.

Salimos de allí a las12 de la noche acompañados de un mozo de la casa; al cabo de una hora encontramos a dos chicos más que acompañaba otro, estos se ajuntaron con nosotros andando 3 horas hasta encontrar a un guía que era un joven perteneciente a las quintas del 37. Este nos dejó a otro que era de bastante edad, y así andamos hasta las 7 de la madrugada, ni hablar del cansancio; nos metimos en una casa, muy buena gente por cierto, estando allí dos días más, comiendo y durmiendo a todo gas; repuestos de la marcha, fuimos a otra casa una hora más lejos, pasando allí dos días más; lo mismo, comer y dormir, pero siempre en la paja; momentos antes de salir de allí vino el jefe de la expedición, dándonos toda garantía que nada había de suceder; salimos por la noche, y al cabo de una hora encontramos a unos treinta individuos que nos juntamos con ellos, con éstos tuve la alegría de encontrar dos manresanos: Sanllehí y San Cristóbal, supongo que los conoces. Seguimos el camino, encontrándonos con otro e inmenso grupo, que todos juntos alcanzamos la cifra de doscientos setenta individuos, poco número, verdad? Andando hasta la madrugada, como de costumbre, al día siguiente, al empezar la marcha, con señales de lluvia, tuve la gran sorpresa de encontrarme con los amigos Ernesto Sala y Magín Corrons, figúrate qué alegría, si no les hubiera tocado no hubiera creído que fueran ellos; nos juntamos siguiendo el camino noche tras noche hasta llegar a Andorra después de andar el último día como para postres catorce horas, de ellas cinco con lluvia, los tres sin decir una palabra. El resultado fue que nuestro pensamiento estaba con Dios, rezando toda la noche, creyendo de aquella no salir, bueno, nuestro cuerpo, ropa y lo que llevábamos estaba mojado, a Sala le tuve que dar una aspirina, no podía aguantar el dolor a causa de la humedad. Los guías nos dejaron a la montaña, los tres buscamos una casa y allí almorzamos, comiendo de una manera tan bárbara, figúrate que empezamos a comer a las diez y terminando a las once y media, esto sí, quitamos nuestro vientre de penas. Por la tarde bajamos a Andorra, allí encontramos a Clotet, Sercs, Sr. Mora, Santasusana y otros más. Nos instalamos en el hotel Termas de las Escaldes pagando veinticinco pesetas diarias descansando solamente tres días por no quedarnos arruinados. En ómnibus, pagando 100 francos, y papeles legalizados por los gendarmes, pasamos a San Juan de Luz, haciendo un recorrido de diecinueve horas. De allí a Fuenterrabía, haciendo todos los requisitos como tú. Al día siguiente Loyola, siendo en domingo por la tarde, al entrar creí estar en Manresa, por encontrar a muchos. A la mañana siguiente el Sr. Alegre y Olivella, jefe del requeté catalán y junto con mi cuñado, me avalaron, como también a Sala y Corrons, saliendo de allí a San Sebastián, pudiendo saludar a mucha gente, conocidos nuestros. Al cabo de tres días nos destinaron, separándonos los tres amigos, siendo destinado en esta de Pamplona y aquí me tienes desde el día 7 de octubre, siendo ya veterano.

El cuartel es bastante nuevo y me gusta mucho, además acompañado de tantos manresanos como nos encontramos, una ciudad muy simpática, bonita, alegre y unas chicas muy castigadoras, en esto no vayas a creer, amigo Alberto, que haya cambiado y sea castigador, todo lo contrario, aún más recluido.

Las iglesias en esta son muy bonitas y en número, la más bonita para mí es la catedral, en su interior de estilo gótico y renacimiento de fachada; todos los días por las tardes voy a hacer una visita al Santísimo y a los domingos a misa y comunión; en muchas iglesias pequeñas hay calefacción, pienso escoger una porque en la catedral hace mucho frío.

Todos los días a la hora de salida iba al requeté Catalán, habiendo cambiado ahora por la Acción Católica, un gran piso muy bien montado, con una gran biblioteca, salón de actos, máquina de cine proyectando todos los domingos a la tarde, y una sala de juego con una mesa de ping-pong y demás juegos. Allí acompañado con buenos amigos, parece me encuentre en nuestra amada Federación. Para obsequiar a las brigadas de Navarra, todos los días hacen cine en un teatro, algunos domingos si proyectan buena película voy allí, y como es de gratis, también es económico. En esta no hay un paseo como el nuestro, pero sí una plaza llamada del Castillo, lástima que no sea Manresa, sería para mí más divertido.

El clima es muy bueno, tengo mucho apetito, encontrándome muy bien, engordando lo más que suficiente, no pudiendo cordarme los pantalones de pana que compré en Andorra, por habérseme roto los que llevaba.

Lamenté mucho no poder abrazar a tu hermano, pues si él me buscaba, yo buscaba a él, por cierto que salí dos tardes del cuartel para si le alcanzaba.

De aquellas tardes de invierno que pasamos juntos y que G. a D. estamos salvados de aquella chusma, he pensado y soñado muchas veces, así como también en nuestros proyectos y reformas, en la radio tal como dices, es decir en todo aquello bueno que podíamos hacer, como la misa de comunión en “Rubiralta” y la que hicisteis vosotros en “Montserrat”, qué bueno y emocionante era aquello.

El amigo Roca que está descansando en Begoña (Guipúzcoa) le escribí una tarjeta, habiendo tenido contestación, enterándome que tuvisteis la suerte de poderos abrazar; según dice quiere hacernos una visita algún domingo (esto si le dan permiso).

A nuestro Rdo, conciliario que se encuentra en Eibar enterado de su destino cuando estaba en San Sebastián, le escribí una tarjeta, recibiendo contestación dando como siempre sus nunca olvidados consejos. Para escribirle pon Asilo Hospital Eibar.

En esta se encuentra el Sr. Serrallonga que para nosotros tiene un gran cariño, no pudiendo pagar nunca sus favores. Además se encuentran Francitorra, Rosell, Coll estudiante, Mira, Coll del Kursaal, Vidal, Orriols, Bargai el pequeño, Carreras comerciante en comestibles, Quinto que trabajaba en la casa Alter, Torras, Lacruz que se ha vuelto muy castigador, Cabanas que se ha marchado para el frente de Madrid y algunos más que no me acuerdo.

El simpático amigo Jaime Rovira ser encuentra en Bilbao que todavía no le escrito, su dirección es calle García Salazar 80 (Casa Gomá).

De casa y de Manresa no sé nada, hemos recibido varias cartas, todas ellas no dicen nada de importancia aunque son muy agradables al recibirlas, suponiendo que todos están bien.

Creo amigo Torra que tendrás bastante con esta carta para perdonarme, seguro que la encontrarás defectuosa en todos sus conceptos, en mi vida había hecho una carta larga como esta.

Selga: Amigo: esta sirva igual para ti aunque tú no eres tan como Torra; te deseo un buen camino y que Dios te protege como a todos; recuerdo las palizas que les dábamos a Torra y Roca en ping-pong; somos invencibles por los siglos de los siglos.

Debisteis enteraros del bombardeo que sufrimos por la criminal aviación marxista, lo que no debéis saber es que una bomba cayó a cincuenta metros de nuestro cuartel, con la convicción que iba destinada a nosotros.

Si os faltan algunas direcciones pedídmelas que os las remitiré.

Deseando tener la ocasión de poderos abrazar, se despide vuestro amigo, creyéndose perdonado de su falta; con un viva España a Franco y a su gran triunfo.

Francisco Pich

Recuerdos de Rosell.

 

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