Fragments destacats de les memòries de Francesc Buira Farré
«Setiembre del 37 en el llamado Vedado de Zuera. Allí tuve el bautismo de fuego y a la media hora de combate, caí herido de un brazo con metralla estando inactivo hasta noviembre que de nuevo me incorporé a la misma unidad en Boltaña, más concretamente cerca del Molino Escartín delante de San Pedro, debajo en el rio Gállego y la vía que conduce a Jaca, lo cual tuvimos que abandonar todo aquel territorio que días anteriores habíamos conquistado».
«… nos mandaron al dicho Llano de Singra que según nos dijeron nos echaron 40.000 toneladas de metralla en una semana que estuvimos por aquellos parajes que quedamos desechos completamente».
«… a mediados de agosto nos mandaron al otro lado del Ebro por Mora y a Corbera, que por cierto allí se libraron batallas de verdadero calibre pues yo me encontraba en la cota 444 aquella famosa cota que se perdió a costa de sembrarla de cadáveres, igual que el cementerio de dicho pueblo, la sierra de Pándols, la Sierra de Cavalls y la Venta de Camposinos con su cruce de carreteras que se libraron batallas escalofriantes entre hermanos que era lo más triste».
De l’Ebre al front de Balaguer
«Así que a los 36 días de haber permanecido en aquel infierno nos sacaron y otra vez por la parte de Lérida a cubrir línea en el Asentiu [La Sentiu de Sió] hasta que un día nos mandaron al frente de Balaguer, otro de nuestros desastres, a atacar una posición llamada Merengue en la que tuvimos un descalabro».
«…siento un estruendo en la parte alta de la trinchera, baja la metralla y me coge la cara, el brazo y la rodilla; en el brazo y la rodilla era poca cosa pero en la cara se ve que se me clavaron partículas muy pequeñas y me quemaron la parte óptica del ojo derecho, entonces sin importarme ya lo que me pudiera pasar. Me levanté con la cara ensangrentada, me puse el pañuelo en la cara y me largo de allí aventurando mi vida a lo que fuera. Caminé ocho quilómetros».
«Cuando me desperté, me encontré en un tren militar en Cervera y me llevaron a Barcelona a un hospital en Horta llamado Orfelinato Ribas hasta que entraron los Nacionales o sea el 27 de enero de 1939, fecha que liberaron Barcelona».
En mans dels Franquistes
«¿Qué pasó a renglón seguido de haber entrado los Nacionales en Barcelona? Pues a los que estábamos en nuestras habitaciones, nos mandaron que las desalojáramos para entrar sus heridos. En aquel momento los republicanos dejábamos de ser españoles».
«En vista de todo esto, nos dijeron que fuéramos al cuartel Francisco Maciá que entonces estaba en construcción y allí nos reunimos unos siete u ocho mil y sin poderme curar de las heridas por no haber ni médicos ni medicamentos, ni comida».
«¿Pero cómo mandar una carta a mi esposa si apenas corría algún tren? Yo lo intenté, cogí un trozo de papel y un sobre, puse la dirección y lo puse en un pote de conserva y lo tiré a la calle cuando pasaba un señor y lo miró y me hizo la seña de que le daría curso. Y así fue, pues al mes y medio de haber tirado el pote, mi mujer recibía la carta desde Barcelona, pero que yo ya no estaba en Barcelona, sino que estaba en un campo de concentración de Tarragona».