Fragments destacats de les memòries d’Isidre Palau Inglès

«Me incorporé el 6 de junio en la zona de Manresa y nos destinaron a San Juan de Vilatorrada. Allí durante todo el mes nos enseñaron instrucción. Durante este mes, como éramos cerca de casa, vinieron a verme mi esposa y otras veces voy yo».
«… a la una de la noche emprendo la marcha y mi esposa me acompaña cerca de dos kilómetros; me despido de ella y sigo adelante y ella regresa a casa. Al marchar le digo: hasta la vista, pero en mi mente surgía otro pensamiento: ¡iba a la guerra! Contra mi ideal! Y un hombre así puede hallar muy fácilmente la muerte. Pero iba resignado y resuelto».

Les filferrades plenes de soldats morts
«Llega la noche y en medio de la oscuridad el comisario nos dirige unas palabras que no nos sientan muy bien y pronto salimos y después de andar toda la noche para delante y para atrás, al amanecer, nos introducen en un frondoso bosque desplegando en guerrillas pero pronto tuvimos que pararnos en las mismas alambradas de la posición que estaban llenas de cadáveres del batallón de dinamiteros».
«Las baterías nacionales disparaban sin parar. Un teniente nos hace retroceder pues los proyectiles de los cañones propios caían encima nosotros causando víctimas. Yo junto con otro compañero estuvimos tendidos al suelo junto a un pino que nos amparaba y sin poder levantar la cabeza hasta las dos de la tarde y que a la voz de que vienen, quedé solo entre los pinos en medio de una lluvia de balas y explosiones sin saber a dónde dirigirme, y de pronto aparecen cuatro individuos con una ametralladora seguidos de un herido de la pierna gritando al sanitario con malos resultados».

Foc “amic” per a evitar desbandades republicanes
«… pronto nos convencemos de que una ametralladora está emplazada para evitar cualquier desbandada, nos situamos cerca del puesto de socorro pero pronto aparece un oficial pistola en mano dando orden de volver para adelante. Viendo que no había manera hace emplazar otra ametralladora para lograr sus propósitos pero los hombres caen muertos y heridos».
«Muchas veces aparecían los aparatos nacionales que de haber querido, habrían causado verdaderas carnicerías. Una tarde al hacer una retirada forman toda la tropa en columna, pero en el puesto de observación nacional se dieron cuenta y empezó a disparar la artillería causando víctimas y una desbandada que a los 5 minutos todos habíamos desaparecido replegándonos después».
«Los cañones no paran en todo el día. De pronto pasa un muchacho seguido de otro que está herido en el vientre y pide que le maten que sufre mucho pero yo no queriendo presenciar tal espectáculo le digo que el sanitario está allí cerca. Se va pero a los pocos pasos encuentra a otro diciéndole que le da todo el dinero pero que le dé muerte, como que tampoco da resultado coge un fusil y el mismo se mata».
«Pasan las horas muy lentas. La metralla cae como una lluvia hibernal. Nuestra escuadra junta con el cabo había propuesto de entregarnos así que los nacionales se acercaran pero de pronto desaparece de nosotros y creyendo que había escapado y que nos delataría castigando a la familia tal como se acostumbraba varias veces, dije al que había quedado allí cuando pasó con el herido si quería venir pero no queriendo seguirme opté quedarme».

Rendició i lliurament
«… a los pocos momentos aparecía un moro gritando: he paisa, salir, salir! Y en el acto salimos los cuatro supervivientes y siguiéndole hasta pocos pasos que estaban cuatro carros de asalto cuyos conductores estaban tumbados al suelo. Una vez allí, nos dieron tabaco y de vez en cuando yo les decía: lo único que siento es que el cabo que nos mandaba se ha escapado; nos va a delatar y la familia lo pagará, pero pronto me tranquilicé cuando menos pensaba llega un grupo de compañeros y con ellos el cabo».
«Después de unos momentos, los rojos contraatacaron y a un moro le rompieron una pierna y hicieron coger una manta y llevarlo a Corbera. Más abajo encontramos al tercio recostados en un (¿) allí nos detenemos un instante viendo a cuatro cadáveres reconociendo por el traje que llevaba por tener la cara tapada a mi cuñado Antonio (Buira Farré). Pedí permisos para acercarme a él pero como las balas llovían no me dejaron ir; reconocí que tenían razón. Nos hicieron bajar cuesta abajo llevando al herido pero los rojos dándose cuenta y siguiendo su intento criminal nos ametrallaron durante largo rato y hasta oscurecer siguieron con la artillería pero gracias a Dios salimos ilesos».
«Tras largo rato de andar por viñas y carreteras, camino que se hacía interminable, llegamos a Corbera, allí dejamos al herido y a nosotros nos condujeron a Gandesa. Al llegar nos tomaron declaración y nos encierran en una casa que por cierto no reúne condiciones para tales servicios, pero yo ya empiezo a tranquilizarme y me alejo del frente y hasta me alegra».
«A algunos de los que habían llegado conmigo les dijeron que yo estaba allí, me buscaron pero como no había luz no dieron conmigo. A la mañana siguiente no falta quien me diese la noticia y fui en busca de ellos, al encontrarlos nos dimos un fraternal abrazo. Las lágrimas surgieron en mis ojos. Tenía alegría y tristeza al mismo tiempo. Alegría por encontrarme entre compañeros y tristeza por haber perdido un familiar: ¡mi cuñado Antonio!».

De menjar raïm a la Terra Alta a recollir burilles a Pamplona
«Por el camino vemos muchas uvas, la cosecha del vino no se había recogido. Después de unos quilómetros de marcha llegamos a Bot. Allí paramos, nos suministraron y como estamos cansados y el local es justo, nos ponemos a dormir el uno encima del otro. Esta operación se repite en los pueblos siguientes: Horta de San Juan, Valderobles y Alcañiz».
«Como en la calle [de Pamplona] hay muchas colillas, el compañero junto con otro recoge tabaco para 15 días. A mí me hacía escrúpulo pero pronto decidí probarlos y como los encontré excelentes, seguí fumando. Decidí escribir a mis tíos políticos para que me avalasen y al mismo tiempo les pido si me pueden mandar algún dinero a condición de devolvérselo. El dinero me lo mandan pero referente al aval me dicen que les es imposible por no decir que no querían».
«… y al día 7 de diciembre me llevan al campo de distribución de Miranda donde permanezco 10 días durante los cuales casi siempre llueve, hace frio y todo es un charco, voy sin ropa y mal calzado; paso muchos días con fiebre. El día 17 del mismo mes me destinan a Transmisiones de Zaragoza; nos dan ropa y calzado y demás equipo».

El vent de cara: estendre la telefonia a la rereguarda nacional
«Viendo las operaciones de Cataluña recogiendo líneas telefónicas, pasamos por los siguientes pueblos: Vinéfar y Balaguer, nos alojan al cementerio saliendo al día siguiente para Cubells y Montclar, en dicho pueblo tuvimos que soportar la metralla roja que salimos ilesos por mi logro, siguiendo para Artesa de Segre. Allí pasamos varios días. El pueblo está en ruinas. Llevan allí muchos prisioneros a los cuales les pregunto a qué cuerpo pertenecen y resulta que son de la brigada de mi hermano. Les pregunto por él y me dicen que hasta el último momento de haberle [visto] estaba vivo pero no sabían nada más».
«Siguiendo para Agramunt, Cervera, Calaf y Manresa. Cuál fue mi alegría al darnos esta noticia. Salimos por la noche siguiendo por campo traviesa, barrancos y torrentes y puentes improvisados a veces a punto de volcar. Llegando muy avanzada la noche en Manresa. Esperando impaciente a que amaneciera, mi preocupación solo era una: ver a la familia. ¿Me darían permiso? Lo probaría».
«Como no había medios de locomoción, salí a pie, pero después de pasar San Vicente vine montado en bicicleta; un conocido me la deja y salgo a escape pudiendo llegar más pronto en casa. Una vez allí como no me esperaban, tuvieron la sorpresa que era de esperar. Lo demás no hace falta mencionarlo. La estancia fue breve pero basta para satisfacer mis deseos».
«Después de 5 días interminables de tren, llegamos a Ávila subiendo en camiones hasta el pueblo de Gismundo, Rubles, al pueblo de Bargas1 dándonos la noticia de la rendición de Madrid a las 11 y media de la mañana del día 28 de marzo de 1939 pasando seguidamente por Toledo parando a Orgaz luego a Daimiel y por fin a Ciudad Real donde esperamos el licenciamiento. Aunque son más largas doy por terminadas mis memorias».

Dos cunyats monistrolencs al front de guerra: Francesc Buira Farré i Isidre Palau Inglès