Transcripció parcial
Vernet d’Ariège, 18 de julio de 1939
Inolvidable María. Mi muy querida esposa.
[…]
Tengo necesidad de decirte que a mi me sucede lo propio que a ti con las cartas! Espero con impaciencia cada día la llegada del cartero para saber si hay carta de mi amada, de mi muy querida mujercita, de aquella que ocupa todos mis pensamientos igual que en mis mejores tiempos de soltero, o mejor todavía, porque ahora me unen a ella muchos más lazos que antes, que no puedo olvidar. Cuando llega una carta doy un brinco de alegría y si vieras con qué apresuración la leo para luego volver a empezar. Y así dos o tres veces.
Celebro mucho que procures hacer lo posible para ganar de alguna forma, conforme, tu vida. Eso me satisface y corrobora la buena opinión que de ti me formé desde el día en qué té conocí. Cada día estoy más contento de ser tu esposo y de que seas mi mujer, vida adorada. Pasé 29 años buscándote y te hallé. No me arrepiento de la tardanza. Pasaría otros tantos buscándote para volverte a hallar. Sigue esa ruta mientras yo no pueda velar por tí y por nuestros hijitos, que como tú, espero que será pronto.
[…]
Guarda cuidadosamente los cigarros que te dio mi padre para mi. Aquí el tabaco es malo y tenemos tan poco dinero que es preciso guardarlo para otras cosas más urgentes.
[…] Los refugiados españoles que vuelven a nuestra querida Patria van todos provistos de documentación que se les remite desde España. Mira si te es posible procurártela y mándala certificada.
El Antón del horno de Santa Lucía estaba conmigo en Saint Cyprien. Ahora no estamos juntos pero sé que está bien y que recibió una carta de su padre.