Transcripció íntegra
Manresa,14 de Enero de 1940
Inolvidable amado mío. En la mañana de ayer recibí tu primera carta desde Romorantin. Hacía días que la esperaba por lo que me decías en las tuyas del 16 y 20 del pasado mes de diciembre, que llegaron a mí con bastante retraso, igual que la última.
He tenido mucha alegría al saberte fuera del campo de concentración y que estabas en una casa bastante cómoda, pero más tarde también me he entristecido al comprobar en el mapa de tu Geografía que te habías alejado muchos quilómetros de nosotros.
No sé por qué me han venido las lágrimas en los ojos al mirar el mapa. ¡Tanto que te quiero y vernos separados por tanto y tanto terreno! Lo principal es que tengamos salud y paciencia para esperar el dichoso día en que nos podremos abrazar y no tengamos ya que padecer más.
Aunque sea tan fácil de escribir todo lo anterior, a veces me cuesta un esfuerzo grande el conformarme.
Supongo que obrará en tu poder mi anterior, en la que te comunicaba el fallecimiento de nuestro padre QEPD. Confiemos en él, que Allá intercederá por nosotros.
Recibí tu cuento para los niños el día de San Esteban, nos gustó mucho a todos; ellos no sé si llegaron a entenderlo, pero a mí me agrada tanto que muchos son los días que por la noche vuelvo a leerlo. Me gustaría saber si es invención tuya o bien lo has leído en algún lugar. En el primer caso te felicito sinceramente. Desearía tus aptitudes literarias.
No creas ni por un momento que me disgustó el que me llamases Monique; al contrario, me pareció que volvía a oírte y verte cuando me lo decías con aquella media sonrisa tan característica tuya, espiando la cara que yo ponía. Si hubieses visto con que cara de satisfacción leí la carta…
¿Sabes qué me gustaría? Que me mandaras (si ello te es posible) una fotografía tuya un poco risueña. Quisiera ver cómo estás actualmente.
Yo pienso mandarte alguna pronto, un poco mejor que aquellas que te mandé últimamente.
Debes tener mucho frío en este país, pues este año en España también es riguroso el invierno. Hace muchos días que el sol, es decir, el Príncipe Sol se cuida con bastante deficiencia de sus súbditos y la Princesa Luna obra exactamente. Casi me hacen suponer si han encontrado una casa con alguna habitación de dimensiones suficientes para albergarse y disfrutar de la mutua compañía después de los millones de años que estaban atareados con sus respectivos trabajos. Tendremos que procurarnos su dirección y mandarles un aviso para que el uno y el otro vuelvan, porqué hace quince días que tenemos la colada por secar.
Aunque un poco tarde, deseo que tus 35 años los hayas cumplido bien de salud y todo lo feliz que te es posible pasar los días, tan alejado de tu familia y de tu Patria. El año que viene, si Dios quiere será más feliz.
El día de los Reyes, Rubén, M.ª Carmen y Loreto estuvieron muy contentos porqué los gloriosos magos se acordaron de ellos y dejaron unos grandes paquetes en la galería. Dichos paquetes contenían: una cocina, con agua corriente, nevera, dos hornillos, platos, ollas, cubos “ventall”, en fin, todos los utensilios que se necesitan para guisar, y llevaba un letrero que decía M.ª Carmen. También había otro paquete que decía Rubén, en el cual, después de quitar los envoltorios llenos de nerviosismo, vimos una preciosa bicicleta con tres ruedas con neumáticos de goma, una madera ancha que forma el asiento, muy cómodo, y un manillar de metal muy reluciente. También había un tercer paquete que ponía Loreto, y en él había una muñequita rubia muy bonita, que, al verla, su diminuta madrecita la quiso coger inmediatamente para mecerla y cantarle las canciones que siempre tiene a flor de boca.
Perdóname que no te haya felicitado a su debido tiempo, la causa es que, ignorando hasta ayer tu nueva dirección, no habría podido llegar la carta a su debido tiempo de ninguna manera.
Quisiera pedirte una cosa. El Francisco Selvas (El hijo de la Francisca), desde que se ha terminado la guerra, mejor dicho, desde antes de terminarse, no se ha tenido noticia suya y aunque, pobre mujer, ya ha perdido las esperanzas, un día me pidió te dijera a ver si lo habías visto en algún sitio o bien si tendrías manera de enterarte si está en algún campo o algún hospital de Francia. Él sabía poco de escribir, y casi solo se puede pensar si ha perdido el conocimiento o está imposibilitado, en caso que viviese. Se llama Francisco Selvas Comallonga. Su madre sufre en silencio esta gran pena y también la muerte de su segundo hijo, llamado Mariano y la reclusión del tercero, llamado José, que se halla en Mallorca.
Ves, un caso bastante peor que el nuestro. Una mujer de 60 años tener que ir a fregar suelos y de tres hijos, que mucho le costaron de subir, verse ahora sin ninguno de ellos. En fin, el mundo, mundo es. No quiero hacer filosofía, que me pongo demasiado triste y te pongo a ti también.
Recibe muchos recuerdos de toda la familia y muchos besos de los niños.
Esperando tus gratas noticias me despido de ti abrazándote cariñosamente.
María