Transcripció parcial
Septfons, 12 de octubre 1939
María, querida e inolvidable esposa mía.
Te escribo esas líneas, que deseo lleguen lo más oportunamente posible a tus manos, para recordarte que el día 25 del mes en curso se cumplen los cinco años que uniste tu vida a la mía.
¿Recordarte?… Mejor sería decir “para que veas que no he olvidado”, pues estoy segurísimo de que tu tampoco lo has olvidado.
¿Cómo iba a marcharse esta fecha de nuestra memoria? Y cúantas penas y alegrías se han sucedido desde entonces! Pero ellas, las unas y las otras, nos unen más, si ello fuera posible, todavía. Además, si no fuera por el contraste ¿cómo íbamos a saborear el valor de las alegrías? Deseo que en ese día te acuerdes especialmente de mí. Me dirás que todos los días lo haces pero espero que en tal fecha lo hagas muy particularmente. Yo haré lo propio y ello nos hará felices a los dos.
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Estoy muy esperanzado pues espero que este calvario toca a su fin. Creo que muy pronto, podré abrazaros a todos y reanudar una vida normal a vuestro lado y rehacer nuestro hogar. ¡Con qué ansias espero este momento para haceros olvidar con mi cariño y mis cuidados esta pesadilla que estamos atravesando. Porqué nos va aparecer que despertamos de un mal sueño que ha durado más de tres años.
He leído en la prensa de este país el extracto de la amnistía dada por el Caudillo en nuestra patria y la noticia de que se creía que completaría sus medidas de clemencia haciéndola extensiva a los que están el extranjero. Tan pronto como esto se confirme volaré a vuestro lado, porqué creo que es ahí donde está mi puesto. Tu sabes que nunca tuve sed de aventuras y después de haber estado ocho o nueve meses aquí me siento más español que nunca y cada día que pasa confirma más mi orgullo de serlo.
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